Fabiana P.noviembre 2020
La gente sólo viene a mi negocio a ver lo que Paula pintó.
Hace unos meses abrí dos librerías, una en Teusaquillo y otra en la Macarena, y dada la coyuntura actual, no tenía muchos clientes.
A unas cuadras de mi negocio, hay una café pequeño que siempre está lleno. Cada vez que pasa por ahí, notaba que la gente siempre se tomaba fotos con el mural que estaba en el fondo del negocio. Así que decidí entrar y ver qué tanto era lo que tenía que atraía tanta gente. Al estar frente al dibujo, tuve la sensación de no tener prisa, pues el mural era, ante todo, una invitación a recordar un juego de la infancia. Permanecí tanto tiempo observando el mural, que no me importó tomarme tres tazas más del horroroso café de aquél lugar. Antes de salir, pedí el número la persona que había hecho mural.
Fue así como contraté a Paula. En dos semana ya conocía el local mejor de lo que yo lo hacía y, por tanto, fue capaz de hacerle honor con sus dibujos a una historia que yo desconocía.
Ahora las personas vienen también a tomarse fotos en mi librería gracias al mural de Paula y, por inercia, compran uno que otro libro. Sólo espero que éstos no sean tan malos como el café de ese otro sitio.